Asamos la calabaza (si no la tenéis ya lista): Cortamos la calabaza en trozos, la pelamos y la colocamos en una bandeja de horno con un chorrito de aceite. La asamos a 180ºC durante unos 40 minutos, o hasta que esté bien blandita. ¡Que se pueda pinchar fácilmente con un tenedor!
Trituramos la calabaza: Una vez asada, la dejamos enfriar un poco y la trituramos con el aceite de girasol hasta obtener un puré fino y homogéneo. ¡Sin grumos!
Batimos los huevos con el azúcar: En un bol grande, batimos los huevos con el azúcar hasta que estén blancos y espumosos. ¡Que doblen su volumen!
Añadimos la calabaza y la vainilla: Incorporamos el puré de calabaza con aceite y la cucharadita de esencia de vainilla. Seguimos batiendo hasta que se integre todo bien.
Incorporamos los ingredientes secos: Tamizamos la harina, la sal, la levadura y la canela y la añadimos poco a poco a la mezcla anterior. Removemos con una espátula con movimientos suaves y envolventes. ¡Que no queden grumos! Dejamos reposar la masa unos minutos mientras precalentamos el horno a 180ºC.
Horneamos el bizcocho: Engrasamos un molde con mantequilla y lo enharinamos. Vertemos la masa en el molde y la extendemos bien. Horneamos a 180ºC con calor arriba y abajo durante unos 45 minutos. Para saber si está listo, pinchamos con un palillo en el centro. Si sale limpio, ¡está listo! Si sale con masa, lo dejamos unos minutos más.
Enfriamos y decoramos: Sacamos el bizcocho del horno y lo dejamos enfriar completamente antes de desmoldarlo. Una vez frío, lo decoramos con azúcar glas por encima. ¡Y listo para disfrutar!
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